Contacto de los hijos con el progenitor no-custodio
(Resumen del informe elaborado por la Universidad de Oxford: Departamento de Política Social y Asuntos Sociales)
¿Es bueno el contacto para los hijos?
La investigación muestra que es la naturaleza y la calidad del contacto con los padres lo que es crucial, no el contacto en sí mismo.
La mera presencia del padre no es suficiente. Dependiendo de cómo permanezcan involucrados en la crianza o asuman tareas de la crianza que no habían asumido hasta ese momento, su influencia será más o menos positiva.
Al igual que en las familias estructuradas, la manera más efectiva que tienen los padres de criar es proporcionando una figura de seguridad. Son estos aspectos de la crianza: vigilancia participativa, fomento de estímulos, amor y calor, los que están directamente ligados con el bienestar.
Incluso un buen contacto no parece ser el aspecto más significativo que afecta al bienestar de los niños en su conjunto; los cuidados proporcionados por el progenitor con el que residen y la posición económica de la familia son las mayores influencias.
Esto no significa que las políticas que fomentan al contacto sean erróneas. Sin embargo, sí quiere decir que la cobertura de las necesidades de cuidado deben ser muy tenidas en cuenta y no sobreestimar los presuntos beneficios del contacto y más cuando no ha habido apenas relación previa o existen riesgos conocidos.
Y por supuesto, hay que recordar que en algunos casos, el contacto puede ser perjudicial. Existen serias preocupaciones acerca de que el contacto se está gestionando de forma inapropiada en casos en que existen riesgos demostrados. El desafío consiste en promover el contacto de tal modo que proporcione beneficios a los niños en lugar de poner en riesgo su seguridad y bienestar.
Visión de los hijos sobre el contacto
No es la disposición del tiempo en sí misma lo que importa a los niños, sino cómo se gestiona la relación con ellos. Los niños, normalmente, disfrutan del contacto, pero puede causarles angustia, un problema frecuente cuando alguno de los progenitores incumple el régimen establecido. Otros problemas demostrados son: lealtades divididas, exposición al conflicto, hostigamiento o abusos, utilización como arma arrojadiza, gestión de la relación con la nueva pareja de los padres, nostalgia del progenitor con el que viven, tedio y estrés por tener que mudarse entre dos casas.
¿Qué hace que el contacto funcione?
Se ha demostrado que los siguientes factores están asociados con el contacto continuado:
· Una relación de cooperación entre los padres tras la separación.
· Deseo de los hijos de mantener contacto.
· Padres que han estado casados en lugar de sólo convivir o no haber vivido nunca juntos.
· Proximidad.
· Progenitor que no tiene la custodia con empleo, un buen nivel educativo y de ingresos, que contribuye en la manutención y no tiene más hijos.
El único estudio de Reino Unido que contempla en profundidad por qué algunas familias consiguen que el contacto funcione y otras no, también enfatiza en la complejidad del asunto y demostró que:
· Existe un amplio rango de factores que influyen en el contacto. Hay factores determinantes (compromiso con el contacto, roles claros y calidad de la relación), desafíos (naturaleza de la separación, nueva pareja de los padres, nivel económico, logística, calidad y estilo de la crianza y factores que proporcionan seguridad), factores de mediación que influyen en cómo se manejan dichos desafíos (creencias sobre el contacto, habilidades de relación, involucración del entorno familiar, amigos y agentes externos). Todos estos agentes interactúan por encima del tiempo.
· Ninguno de estos ingredientes por sí mismo o de forma individual es responsable de que el contacto funcione o no. Son las actitudes, acciones e interacciones de todos los miembros de la familia las que conforman el contacto. Para que el contacto funcione se requiere el compromiso de ambos progenitores y de los hijos.
Un factor fundamental para que el contacto funcione es un “pacto entre los padres”, de modo que el progenitor con el que residen los hijos facilite, más que simplemente permita, el contacto con el progenitor no residente, que a su vez debe asumir su estatus.
Existe preocupación sobre que los juzgados con frecuencia no logran su objetivo y sobre que el proceso contribuye a enfrentar las posturas de los padres en detrimento de los hijos.
La imposición, concluye el informe, debe ser siempre el último recurso; la clave está en desarrollar métodos más efectivos de prevenir los problemas antes de tener que llegar a este punto.
Crianza compartida
Los debates acerca de la custodia compartida, son frecuentemente dudosos por la manipulación de los diferentes conceptos:
- Patria potestad compartida.
- Residencia compartida.
- Reparto igualitario de tiempos.
La presunción legal del reparto igualitario de tiempos es aún infrecuente. En Estados Unidos, por ejemplo, muchos estados contemplan la presunción de la patria potestad compartida, pero muy pocos contemplan la preferencia por la residencia compartida y sólo dos contemplan el reparto igualitario de tiempos.
Las investigaciones demuestran que en las familias con un alto nivel de conflicto, la imposición de la residencia compartida por vía judicial, aumenta enormemente los enfrentamientos entre ambos progenitores y las alteraciones emocionales de los hijos.
Las familias deben superar muchos obstáculos para lograr que la crianza compartida funcione y aquellos que tienen éxito, son inusuales. Los buenos resultados vienen dados no por el reparto de tiempos en sí mismo, sino por la calidad de las relaciones, que son el factor clave para que funcione en la práctica.Sin embargo, los estudios de seguimiento demuestran que desde la perspectiva de los hijos, muy frecuentemente se vuelve altamente insatisfactoria y para muchos es difícil de sobrellevar en la práctica. Los elementos clave para que los hijos se sientan bien son: priorización de sus necesidades y sensación de estar verdaderamente asentados en ambos hogares. Pero aunque los hijos perciban la residencia compartida como algo bueno, llega un momento en que quieren parar de vivir “como nómadas”.
Los investigadores han concluido a este respecto:
La residencia compartida no es la solución mágica a un problema complejo. En cierto modo sólo prolonga un problema que se mantiene a lo largo de los años y puede provocar que sean los hijos los que absorban las presiones.
El camino a seguir.
Una conclusión clara es que el contacto no es bueno en sí mismo; sino que su valor viene dado por la calidad de las relaciones. Esto sugiere que las políticas deben centrarse en ayudar a las familias a gestionar la separación de tal modo que se favorezcan las relaciones funcionales, minimizando la exposición de los hijos al conflicto.
Es fundamental el mantener como objetivo prioritario las necesidades de los hijos y tener en cuenta sus puntos de vista. Hay que velar en todo momento por los intereses de los hijos en lugar de involucrarlos en las disputas entre adultos.
* “Child contact with non-resident parents” (Family Policy Briefings), University of Oxford, Department of
Social Policy and Social Work (January 2004)